jueves, 27 de septiembre de 2007

LA QUERENCIA POR EL TERRUÑO


“ Abre los ojos deseada patria y mira que vuelve a ti, Sancho Panza tu hijo…”; palabras, que de rodillas, las dice Sancho, al columbrar el Toboso, después de regresar de la tercera salida de Don Quijote. Cervantes, DON QUIJOTE, parte II, Cáp. LXXII
Y en tanto Sancho así se expresaba de su Toboso, déjame decirte, lector amigo, que Bacurimi significa en el lenguaje de los naturales de la región – LOS CAHITAS -, criadero de culebras; hasta la década de los setenta del siglo pasado, se le conocía con el nombre de MUCURIMI- (¿porque se decidió cambiar de nombre?; ¿quien lo decidió?); este vocablo significa en el mismo CAHITA, lugar de muertos, debido a un hecho de armas sucedido en 1533, entre el capitán COLOMBO, de las huestes de NUÑO DE GUZMAN y los naturales del lugar, quienes a pesar de pelear bravamente, fueron derrotados, con una gran mortandad de indígenas; a partir de este hecho, esta comunidad perteneció a la provincia de Culiacán, Reino de Nueva Galicia. Ahora bien, en el escudo de Sinaloa, se muestra la peregrinación de los mexicas, sucesos que en glifos –signos, dibujos, que representan palabras y que usaban los mesoamericanos para registrar los sucesos de su vida –están plasmados en una tira de papel de maguey y que se conoce como el códice o manuscrito pintado, de la tira de la peregrinación o del museo, que narra el éxodo del pueblo Azteca, procedente de algún lugar del norte de América, cruzando por lo que hoy es Sinaloa, en su viaje a Tenochtitlan. El análisis de un glifo, representa un cerro con la punta en forma de corva y que algunos historiadores, en una posibilidad creíble, lo relacionan con Culiacán; esta interpretación me hace escribir la siguiente conjetura: como bacurimi significa culebras en el arroyo, quizá a su paso por estas tierras, en la mente de los Aztecas, se refrescó y reforzó el simbolismo de la señal dada por el colibrí zurdo – Huitzilopochtli- para terminar con su peregrinación: el águila sobre un nopal devorando una serpiente.
El sentimiento de amor profundo, que como Sancho, todos tenemos al terruño, al solar materno en donde se nos enterró la tripa ingridora, me hace escribir unos pensamientos que tuve cuando, lector amigo, estando en la Cd de México, se daban aquellas curiosas coincidencias en las cuales, temblaba la tierra, cada vez que venía a México, ya como expresidente, el mas chapo, pero mas picuelo y controvertido de todos ellos; se decía: tal es la magnitud de su controversia... Una de esas veces, me tocó estar en la enorme y gran ciudad – hoy pejetlan- y déjame que te cuente, tal experiencia:
Inicia el avión su ingreso al inmenso espacio del área metropolitana y me digo admirado:
¡Que grande es la Cd de México y que pequeño Bacurimí...!
Aterriza la nave, y da comienzo la encoladera: cola para que la nave entre al hangar, cola para tomar taxi, el tremendo tráfico de la CD que es una enorme cola del tamaño de las calles de la misma y la peregrinación para encontrar hotel...
Y al día siguiente, el temblor: Indemne, sin defensa, minúscula, queda la enorme urbe ante el infinito y temible poder de la tierra, se somete a su merced y la muchedumbre corre despavorida: cola para bajar por las escaleras de seguridad y mientras bajas, inevitablemente lleno de pánico, pensando que en el siguiente escalón, te caerá el edificio encima, fugaz, se asienta en mi mente un pensamiento, una absoluta afirmación, de la cual cada día me convenzo mas :
-“¡Que pequeña es la Cd de México y que grande Bacurimí...!”

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