
“Haz lo que tu amo te manda y siéntate con el a la mesa y el te lo agradecerá…”
Cervantes, Don Quijote, Parte II, Cap. XXIX
Cervantes, gloria de la Hispanidad, pone en voz de sancho la sentencia “haz lo que tu amo te manda y siéntate con el a la mesa y el te lo agradecerá…”, durante la aventura del barco encantado.
Aquí Don Quijote, embiste de nuevo, no en rocinante, ni a molinos de viento, sino aceñas, que así se denominan en España, a molinos de trigo construidos en el cauce de un río; esta peripecia la vive en el Ebro, el más caudaloso de la vertiente del mediterráneo, que fertiliza la Rioja, Navarra, Aragón y Cataluña.
La acción sucede más o menos así: al llegar Don Quijote y sancho panza, a la orilla del río y ver una canoa amarrada al tronco de un álamo, el desconchiflado pensamiento del caballero de la triste figura, le hace parecer a él, que es un barco encantado y que el molino de trigo, es una fortaleza en donde se encuentra una hermosa princesa cautiva de malandrines y que, por mandato de los altos cielos, es su obligación libertarla… (Desocupado lector, te ruego me estés atento pues te quiero hacer llegar una opinión: el concepto de barco encantado, a mi me parece, que es germen inspirador, para que Julio Verne, creara una nave mágica, de ficción – en su época-, El Nautilus, capaz de recorrer fantásticamente, bajo el agua, veinte mil leguas de viaje submarino, llevando las ideas de libertad y de justicia – como Don Quijote- de su caballero navegante, el Capitán Nemo…)
Volviendo a la ribera del Ebro, Don Quijote se apea de rocinante, monta en la canoa y le ordena a sancho que desate las amarras y suba con el; sancho se da cuenta que su Señor va a dar comienzo a uno mas de sus disparates, en donde de seguro saldrán molidos y apaleados, pero influenciado por el recuerdo de la ínsula o isla que Don Quijote le tiene prometida para que de ella sea gobernador, convenenciéramente se queda callado y dice para si: “ no hay mas que obedecer y bajar la cabeza, atendiendo al refrán que dice, haz lo que tu amo te manda y siéntate con el a la mesa y el te lo agradecerá…”
(Desocupado lector, una segunda opinión: esta conducta de sancho extraordinariamente práctica – pragmática- tiene vigencia en la actualidad, pues es común en cofradías de ciudadanos pertenecientes a los llamados grupos políticos, que callan ante disparates y toleran desafueros de su Señor, por la esperanza de un puesto público, a manera de sanchesca ínsula, para, en su futuro, gobernar…)
Volviendo con sancho, este no se queda totalmente callado, se dirige a Don Quijote, diciéndole:
- En descargo de mi conciencia, debo advertirle, Señor, que lo que a Vd. le parece un barco encantado, no es sino una canoa y lo que a Vd. le parece una fortaleza no es mas que un molino de trigo…
- Son los perversos encantadores sancho- le responde don quijote- que nos cambian las cosas y a ti te hacen ver una cosa, a mi otra y a otro le harán ver otra cosa…
(Desocupado lector, tercera opinión: doscientos cuarenta años después de la aparición de la segunda parte del Quijote, el poeta Español, Ramón de Campoamor, en una redondilla -estrofa de cuatro versos octosílabos- de su poema dos linternas, resume el extraordinario modo que Cervantes le da a la función del parecer; para Campoamor, los encantadores que cambian la realidad, son cristales, en donde a su través, cada quien mira lo que le conviene, lo que necesita que la realidad sea para el:
Porque en este mundo traidor/Nada es verdad ni mentira/Pues todo es según el color/
Del cristal con que se mira… vale
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